
El Profesional que Emigra: Las Emociones que No Esperabas Sentir
Cuando decidimos emigrar por razones profesionales, lo hacemos con una mezcla de ilusión, ambición y valentía. Nos visualizamos creciendo, desarrollándose, enfrentando nuevos retos. Y es verdad: emigrar te expande, te transforma y te abre mundos. Pero lo que muchas veces no se dice lo suficiente —y es importante hablarlo— es todo lo que también se mueve por dentro. Las emociones que te sacuden en silencio. La frustración que no esperabas. La sensación de estar perdiéndote en un mar que no sabes cómo nadar.
Y te lo digo con conocimiento de causa: yo también he emigrado. No una, sino dos veces. A países con culturas totalmente distintas a la mía, y con idiomas que no hablaba al llegar. Así que no te hablo desde un libro ni desde la teoría. Te hablo desde la vivencia.
El choque emocional silencioso
Al principio todo es adrenalina. La emoción de llegar, de explorar, de empezar de nuevo. Pero luego, casi sin darte cuenta, empieza a aparecer una especie de “ruido de fondo” emocional: cansancio sin explicación, tristeza intermitente, una frustración que no sabes de dónde viene. Y lo peor: muchas veces no lo compartes con nadie.
Porque cómo explicas que te sientes frustrado si “deberías estar agradecido”. Cómo cuentas que te sientes solo, si “tú lo elegiste”. Cómo le pones palabras a algo que ni tú entiendes del todo.
Y ahí es donde se empieza a acumular el peso. Porque emigrar como profesional no solo implica adaptarte a un nuevo entorno laboral, sino también a una nueva versión de ti mismo. Una versión que está aprendiendo a moverse en un contexto que muchas veces no es amable, que exige, que compara, que a veces hace sentir pequeño a quien siempre fue grande.
Emociones que quizás no te detuviste a sentir
Hay algo muy humano —y muy común— entre quienes emigramos: seguimos adelante. Nos enfocamos en resolver. En avanzar. En demostrar. Pero no siempre nos detenemos a sentir.
Y eso pasa factura. Porque no se trata solo de extrañar tu comida favorita o no entender una broma local. Se trata de duelos. De dejar atrás tu red de apoyo. Tu idioma materno. Tus referentes. Tu historia. Y aunque el presente tenga muchas cosas positivas, tu alma también necesita procesar lo que ya no está.
No estás exagerando. No estás solo. Lo que sientes es real. Y vale la pena escucharlo.
Y si no tienes con quién hablar…
Sé que no siempre es fácil abrirte. A veces no tienes con quién. O sientes que nadie lo entendería. Por eso, este espacio también es para ti. Para que sepas que no eres el único, y que tus emociones no son una debilidad, sino una parte legítima del proceso.
Hablar de lo que sentimos no nos hace menos profesionales. Nos hace más humanos. Y eso, en estos tiempos, es una fortaleza enorme.
Un recordatorio desde la experiencia
Emigrar me ha enseñado muchas cosas. Me ha retado, me ha quebrado en partes, pero también me ha hecho más fuerte, más consciente, más empático. Hoy miro atrás y me agradezco por haberme permitido sentir, por no esconderme detrás del "todo está bien", por buscar ayuda cuando la necesitaba.
Y eso mismo quiero transmitirte: está bien no estar bien todo el tiempo. Está bien pedir apoyo. Está bien llorar un poco por lo que dejaste, incluso cuando estás agradecido por lo que encontraste.
Porque al final, emigrar no es solo cambiar de país. Es reconstruirte. Es renacer.
Y créeme, lo estás haciendo mejor de lo que crees.
¿Te sentiste identificado?
Si este artículo resonó contigo, si en algún momento sentiste ese nudo en el pecho al leerlo, quiero que sepas algo: no estás solo/a.
Si necesitas hablar, compartir lo que estás viviendo o simplemente ser escuchado/a sin juicio, estoy aquí. Puedes escribirme directamente o agendar una sesión de acompañamiento. A veces, solo necesitamos un espacio seguro para volver a encontrarnos.
🗣️ Y si conoces a alguien que esté pasando por algo parecido, comparte este artículo. Nunca sabes a quién le puede hacer bien leer estas palabras justo hoy.
Gracias por estar aquí, por leer, por sentir.
Estamos en esto juntos.
Mariel
Añadir comentario
Comentarios
Emigrar a otro país es un acto de valentía enorme. Quizás desde afuera, o sea para otros, se vea excitante y emocionante. Y sí, lo puede ser. Sin embargo, desde adentro puede incluir duelo porque te desapegas de lo conocido. Te desapegas de esa vida, que incluye muchas cosas: los amigos, familia, vecinos, trabajo, etc. Es un volver a empezar sin contar con eso que tenías. Emigrar es una oportunidad para crecer, hacer nuevas cosas, y expandir nuestro mundo, y en ocasiones eso viene acompañado de emociones y sentimientos que afloran de los recuerdos. Al emigrar, es importante vivir toda la experiencia, lo bueno, lo no tan bueno, permitiéndonos sentir y hablar sobre esos vaivenes inevitables. Siempre hay acompañamiento para navegar esto, es cuestión de decidir ser acompañados.